La Isla Calvera: El hogar de Kong.

He comentado alguna vez lo malas que me parecen las expectativas. Generalmente, cuando esperas algo con muchas ganas, dicha historia no suele cumplir lo que el temible hype nos había hecho creer. La historia de mi vida suele ir siempre bastante acompañada de las desastrosas experiencias que me llevo con el maldito/amado fenómeno del fan entusiasmado.

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Hoy vengo a hablar de la última aventura que se ha estrenado hace unos días en pantalla grande, la milésima adaptación del icónico King Kong. El director de la película, en esta ocasión, es alguien nuevo en esto de las grandes producciones. Viene de esta nueva tendencia que tiene Hollywood de dar un producto muy rentable y mucho dinero a directores jóvenes y del mundo indie, en este caso, Jordan Vogt-Roberts. Hace unos tres años, Vogt-Roberts nos presentaba su primera obra: The Kings of Summer (2013) Tras este primer proyecto, Jordan se aventura en el mundo de los blockbusters.

Kong: la Isla de la Calavera nos cuenta cómo un grupo de científicos, escoltados por militares se aventuran en el corazón del Océano Pacifico, con la intención de cartografiar una misteriosa isla flanqueada por un sistema de precipitaciones violentas, lo que viene siendo tormentas tropicales que no llegan a huracanes, pero que no invitan, precisamente, a acercarte mucho. Kong: La Isla de la Calavera es de ese tipo de cintas en que los personajes tienen una misión, la historia no tiene más que acompañar a los personajes de un punto A a un punto B (historias como Jurassic Park, entre otras, aunque, personalmente, creo que esta propuesta de Kong no le llega a la propuesta de los dinosaurios  ni a la suela de los zapatos).

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Con esto no digo que la película sea mala, creo que tiene cosas muy buenas, cosas muy poco aprovechadas y cosas que la convierten en un mal producto.

Para empezar, la peli tiene una estructura clásica dividida en tres actos. La primera parte nos muestra en qué consiste la misión, vemos el reclutamiento de todos los personajes que se unen a la aventura y nos vamos con ellos hasta las puertas de la Isla; en el segundo acto veremos todo el desarrollo de la aventura; y el tercero cierra la cinta con imágenes espectaculares de un enfrentamiento. Bien, hasta aquí todo correcto. Pero creo que podemos utilizar esta estructura para que entendáis cuál ha sido mi experiencia.

El primer punto, y el que creo que convierte a esta película en un mal ejemplo de cine de evasión y aventuras, es el desarrollo de los personajes. Lo que no puedo disculpar es que en una historia de estas características me importe un pimiento lo que les pueda pasar a ninguno de los personajes. Repito: a ninguno. La primera parte de la cinta cumple el objetivo de ir rápido, para los que tengáis ganas de ver a un mono muy grande y muy enfadado, no hay que esperar media cinta para hacerlo, estáis de suerte: a los veinte minutos, los planos del fiero rey Kong son los auténticos protagonistas de la historia. Pero esto tiene un contrapunto nefasto para los personajes. Son muchos y variados, pero, salvando al personaje de Samuel L Jackson y a un divertido John C Reilly (que tiene algo más de historia, que no profundidad), los demás, absolutamente todos, están vacíos, son planos y no despiertan ninguna empatía. A mi parecer, no se trata de un mal elenco de actores, con figuras como las de Tom Hiddleston, Brie Larson o John Goodman; el problema no es de actuación, es lo poco trabajados que están los protagonistas. Los actores están ahí como mera comparsa para que el público se divierta viendo criaturas imposibles, paisajes de ensueño y formando parte de la aventura. Pero, ¿qué aventura puede sentir el espectador si no conecta y no le importa lo que les pase a los personajes? La gran atracción de esta cinta es Kong. En el segundo acto, durante unos 20 minutos largos, el gorila desaparece y la peli cae en picado, porque es en ese punto cuando necesita que la historia recaiga sobre quienes están viviendo la expedición a la Isla.

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El segundo acto avanza a trompicones; cuando la historia nos muestra una nueva criatura o alguna maravilla, crea emoción y entretenimiento, pero cuando solo vemos a los humanos en pantalla, el ritmo decae. En este punto una de las cosas que quiero destacar es el nivel de homenaje que tiene la cinta. Las criaturas, personalmente, me han gustado, y si sois fans de la maravillosa peli de El viaje de Chihiro, estad atentos a esas criaturas cadavéricas y extrañas porque, según el director, tienen mucho de los sin rostro. Referencias a productos como Old Boy o a animes de culto harán las delicias a los fans del cine de serie B y a los productos menos convencionales de la industria. Pero, a mi parecer, no solo de referencias vive el fan y a veces necesitamos más profundidad y menos homenaje.

Kong transcurre en 1973 y sirve para conectar la película que vimos en 2014 de Godzilla, y para que los dos universos se vayan dando la mano, ya que para el 2020 está anunciada la nueva producción que enfrentará a estos dos iconos del celuloide.

Se nota un interés especial en que el espectador se fije en la empresa que representa John Goodman, la misma que sale en la cinta de Godzilla de 2014. La empresa en cuestión, financiada por el gobierno, tiene la misión de investigar y esconder evidencias de fenómenos extraños para que no cunda el pánico en la población. Por un lado, esta referencia y un par de momentos en los diálogos de ambas tienen puntos de conexión entre el personaje de Goodman y el que interpretaba el genial Bryan Cranston en 2014, las  dos frases miméticas que hablan de que antes del descubrimientos todo el mundo les tildaba de locos hasta que la evidencia atrapa al resto del elenco. Aparte de eso, tendremos que esperar hasta 2020 para descubrir cómo se encuentran y se enfrentan estos dos titanes.

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Para ir acabando: La peli tiene un aire a Serie B que, si sois fans del género, seguro os gustará. Personalmente, me quedo con el mensaje pacifista y ecológico que desprende la cinta y algún que otro guiño a mi adorado Miyazaki, tanto con El viaje de Chihiro como con La princesa Mononoke (la crítica de cómo llegan los humanos a un territorio virgen y empiezan a dañarlo, o esos magníficos ciervos tienen mucho del cine del estudio Ghibli). Y aunque no me quedo con el método de integrar la música, que me parece un poco forzado, sí me quedo con la música; responsable de lanzarnos a la década de los 70 con grandes temazos que acompañan toda la historia, y que sirven como alivio a tanta sosez actoral, y entre bicho y bicho, la música, en más de una ocasión, resuelve el problema del ritmo.

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